Foto por Gabby Orcutt
Hay gente que se sorprende de esta ola de niñ@s trans y no-binari@s.
Lo llaman una ‘moda’; preguntan, por qué hay tantos, de repente?
Te diré porqué. Porque les tienen menos miedo, a ustedes.
Yo sospechaba a los ocho, nueve años.
A los once, sabía.
A los quince, dieciséis luché contra este saber, resistiéndolo, rechazándolo.
A los diecisiete ya sabía que no iba a cambiar, que esto no se iba a ir.
Pero también había escuchado suficientes veces la palabra “Maricón”, para aprender que debía ocultar mi lado femenino, que debía forzarlo abajo — porque nada bueno viene con la palabra Maricón.
Maricón era el peor insulto.
Maricón significaba que mi dignidad estaba en peligro, que mi posición social podría ser anulada. Que podría convertirme en un paria, un intocable.
Maricón significaba que yo sería era el blanco de chistes y burlas, el objeto de ridículo, y en riesgo constante de acoso y violencia sexual.
Maricón significaba que mi padre estaría avergonzado de mí, disgustado por mí. Que podría pegarme, podría rechazarme, hecharme. Que yo podría terminar sin hogar ni familia.
A los once años de edad, yo SABÍA todo esto. Lo tenía presente. Se entendie? A los once ya tenía todo esto bien claro.
Por ende, naturalmente lo oculté. Y lo negué.
Mi miedo me costó años y años de conflicto y agonía internos, de vergüenza y aislamiento.
Me llevó a un matrimonio a los diecinueve. Me llevó a siete años de celibacía, a los veinteytantos — de pavor contra mi propia sexualidad. Me llevó a meterme en una secta, tratando de ARREGLARME. Me arruinó la posibilidad de ir a la universidad.
Foto por Mike Fox
Al fin, terminó siendo el fallecer de mí hermano, en mis cuarenta, lo cual por fin me forzó a confrontar lo que soy.
A confrontar que el tiempo pasa, y cada segundo me acerco a mi propia inevitable muerte. Y que sería una gran pena, un desperdicio, se llegara a irme de este mundo sin pararme a la luz del día y presentarme al mundo como soy.
Y aún como adulta, mi decisión de no ocultarme más me ha costado, de maneras palpables y dolorosas.
En CUALQUIER PUNTO de mi vida, si alguien me hubiese preguntado “quieres vivir como varón o mujer?” Hubiese elegido mujer. Pero nadie preguntó. Y yo no le dije nada a nadie.
Así que si te preguntas, que hay de esta ‘nueva moda’, de chic@s definiéndose como trans o no-binari@s tan temprano en su vida? Te digo porqué. Porque no están tan aterrorizad@s de ustedes como estaba yo.
Mi hermano, mi hermana, y yo — 1978
En esta foto hay dos nenas y un varón. Si vos ves dos varones y una nena, bien. Pero no estás mirando con suficiente atención.
Padres, si aman a sus hij@s, presten suficiente atención.
Post Data
Me pregunta una amiga, “pero, hay manera de saber, viendo una foto?”
No creo que se pueda saber viendo una foto. Y aún preguntando, es posible no saber. L@s niñ@s son muy diestros jugando a las escondidas.
Pero sal con ellos a caminar, a charlar de la vida. Hazles preguntas sobre otros temas, y valora sus respuestas. Creá confianza. Demuestra amor. Provee calidez y cariño. Y entonces, suavemente y como sin gran cosa, pregunta.
Y ten en cuenta:
- No indicar que tienes una respuesta en mente. Que sea una pregunta abierta y sin expectativas.
- Que cualquier respuesta es aceptable.
- Asegúrate que se entienda que REALMENTE estás preguntado, que no es una de esas iniciativas bobas por haber leído un artículo en Psicología Actual (o en Medium jajaja). L@s chic@s son muy avispad@s y reconocen lo careta a kilómetros de distancia.
Y aún así, tal vez termines sin saber. L@s chic@s son MUY diestr@s a jugar a las escondidas. Así que no te castigues si toma varias conversaciones, o varios años, arribar a la verdad.
Sólo ten cuidado, y mantén tus ojos abiertos en cuanto a los mensajes que ell@s están recibiendo por los chistes de su padre, por el lenguaje que usan los adultos entre ellos, por lo que dicen los chicos en la escuela, lo que está escrito en algún baño público. Conversa con tus hij@s. Háblales respecto al valor inherente de cada ser humano. Háblales respecto al prejuicio y la ignorancia, a que se deben, y como procesar y lidiar con estas cosas.
Habla con tus hijos. Y algo mucho más importante — escúchales.
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